VIENÉS DE PURA CEPA
Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena
Obras de Johan STRAUSS (padre e hijo), Josef STRAUSS, Eduard STRAUSS y Josef HELLMESBERGER. Orquesta Filarmónica de Viena. Director: Zubin Mehta. 1 de enero de 1007, Goldene Saal, Musikverein, Viena
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“¿Para qué voy a dirigir por centésima vez la “Quinta” de Tchaikovsky si me puedo aprender una nueva obra de Schönberg, de Berg… o de Johann Strauss?” Esto lo decía hace más de quince años –todavía era titular de la Filarmónica de Nueva York- ese músico singular, irregular, impredecible, que es el indio Zubin Mehta (Bombay, 1936), que a los 70 años parece llegar a una sustanciosa madurez perennemente atisbada. No poco de su filosofía está en ese comentario: pasión incombustible por lo centroeuropeo en general y lo vienés en particular –Schönberg y sus discípulos conforman la Segunda Escuela de Viena-, y gusto por lo infrecuente, que puede ir desde una ignota “pieza característica” de Hellmesberger hasta un olvidado Vals de Josef Strauss. Hasta cinco piezas nuevas, o casi, ha puesto Mehta en los atriles de la Filarmónica de Viena durante este “Concierto de Año Nuevo 2007”: el hermoso Vals de los “Espíritus volátiles” y la “Polka de Irene” de Josef –el hermano menor de Johann II-, las divertidas “Rondas de los Elfos” de Josef Hellmesberger Jr.- -hijo del temido director del Conservatorio de Viena y fundador del Cuarteto de su nombre, y sucesor él mismo de Mahler al frente de la Filarmónica de Viena-, la polka “Sin freno” de Eduard, el más joven de la familia Strauss, y la inefable Fantasía “En recuerdo de Ernst”, de Strauss padre. En todas estas páginas, y en general a lo largo de la sesión, Mehta ha hecho gala, quizá exhibición, de una “vieneseidad” –creemos neologismo-, que no siempre han poseído como don –más bien como aprendizaje- los responsable de este mega-concierto, el más visto del planeta: sus entradas, casi deslizamientos, en los ritmos ternarios del vals, tras las introducciones de las obras más extensas, han sido todo un curso práctico de aplicación del ‘rubato’, y acaso esta ha constituido la mejor de sus cuatro actuaciones en el “Neujahr” vienés.
La mentada página –“a modo de carnaval veneciano”- del fundador de la dinastía fue, por ende, un despliegue de ese humor “filarmónico”, en el que los músicos de esa formación portentosa se jaleaban entre sí y Mehta los azuzaba a todos en colaboración con la audiencia cada vez que aparecía el famoso tema empleado por Paganini en sus “Variaciones”. La Televisión austriaca le añadió un toque español a la sesión, con la presencia de Lucía Lacarra, guapísima, etérea, bailando el “Danubio Azul” junto a su pareja –también en la vida real- Cyril Pierre, en las galerías del Palacio de Schönbrunn. A la guipuzcoana, es obvio, no pudo aplaudirle el público de la Musikverein, pero sí a Mehta, destinatario de entusiastas ovaciones y “bravos”, y es que, vienés adoptivo de pura cepa, no en balde, es para orquesta y auditorio, “de la familia”. José Luis Pérez de Arteaga
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