Viva (y vive) la zarzuela, por fin
Viva (y vive) la zarzuela, por fin
Cultura ha incoado el expediente para que el género sea declarado Manifestación Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial. Dentro de un año, así lo esperamos, la zarzuela formará parte de esa lista en la que ya figuran el toque manual de campanas, la fiesta ecuestre de Los caballos del vino, en Caravaca de la Cruz, o la de los patios en Córdoba. El argumento que ha llevado al Ministerio a iniciar el expediente, resalta que el género es “una manifestación dinámica y viva, capaz de integrar en él todo tipo de modas, usos y costumbres del teatro y la sociedad”.
No por largamente esperada la noticia que recibimos días atrás resulta menos importante. El Ministerio de Cultura y Deporte, a través de la Dirección General de Bellas Artes, ha incoado el expediente para la declaración de la zarzuela como Manifestación Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial, un reconocimiento que contribuye a la salvaguarda de este género musical. Será el Consejo de Ministros quien, en el plazo máximo de un año, podrá acordar la declaración definitiva, que se materializará mediante un Real Decreto. Lo chocante es que en pleno siglo XXI se esté reconociendo, o procediendo a reconocer, un género con más de 300 años de vida, genuinamente español y que hunde sus raíces en lo más profundo de nuestra cultura. Según el texto publicado el 24 de julio en el BOE “el interés en declarar la Zarzuela como Manifestación Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial viene justificado por su valor musical intrínseco que la ha convertido en un elemento identitario del imaginario sonoro de ciertos territorios. Además de este valor musical, ha pasado a formar parte del imaginario colectivo nacional a través de sus personajes, melodías y textos, muchos de los cuales se han acabado convirtiendo en expresiones, dichos, refranes populares, etc.”
Qué trabajos nos manda el Señor…
Cuando hablamos del progreso imparable no decimos, en no pocas ocasiones, “Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad” (La verbena de la Paloma, de Tomás Bretón), como canta don Sebastián; “Cuánto tiempo sin verte, Luisa Fernanda” (Luisa Fernanda, de Moreno Torroba) se utiliza al reencontrarnos con alguien a quien no vemos con regularidad; “Julián, que tiés (tienes) madre”, una expresión castiza dicha para evitar que alguien cometa una locura la pronuncia la señá Rita también en la zarzuela de Bretón, “Ay, ay ay ay, qué trabajos nos manda el Señor…” nos recuerda lo fatigoso que se nos puede hacer nuestro día a día (sobre todo si la labor es física y manual) canta el coro de las espigadoras en La rosa del azafrán del maestro Guerrero, y cuántas veces nos habremos quedado con ganas al pasar por Calatayud de preguntar por la Dolores (de La Dolores, de Tomás Bretón, cuya Jota es imposible que no te electrice).
Y así podríamos enumerar cien romanzas que forman parte de nuestro acervo que entonaban nuestras abuelas y madres cuando el hilo musical de las casas eran sus voces cantando las letras de zarzuela. El barítono Carlos Álvarez lleva el género en la sangre (debutó con La del manojo de rosas en el Teatro de la Zarzuela en 1990) y desde su Málaga natal se alegra de la noticia: “Muchas veces por cercano que nos es, lo denostamos. Y posee una dificultad añadida a la de cantar, que son las partes habladas. Aquí, quizá por ser nuestra, la vemos como algo más normal, pero fuera de España es un bombazo siempre. Es la adaptación perfecta de lo popular a lo culto”, comenta quien ha cantado papeles clave del género. Y añade que “ya era hora que el género lírico español lo tuviera para que no se pierdan nuestras tradiciones”. Sobre el texto publicado en el BOE (que recorre la historia, la clasificación, habla de las compañías y del peso en Iberoamérica, del Teatro de la Zarzuela, y de los peligros a los que está expuesta) dice que es “impecable”. No le falta razón. Y fija el interés en los riesgos a que se enfrenta, a saber, “la escasez de obras contemporáneas, el problema en el relevo de intérpretes, el envejecimiento de la edad media del público y la dificultad en atraer a las nuevas generaciones, así como la escasa representación de zarzuelas dentro de los ciclos musicales”.
Diez mil zarzuelas en España
Tiene el texto la grafía de quienes saben, conocen, estudian y velan por nuestro patrimonio lírico. Es el caso del profesor Emilio Casares, máxima autoridad en el tema. “Está escrito hace cuatro años. Y hemos tratado de tocar todos los puntos. Desde el Ministerio de Cultura te dan los puntos a tratar y una extensión. Y tú al escribirlo la sigues”. Casares es claro al asegurar que “existen pocos fenómenos culturales en el mundo de esta potencia. No olvidemos que somos 500 millones de hablantes de la misma lengua y que la zarzuela ha sido importantísima en Iberoamérica. Estamos trabajando en un catálogo abierto que se pueda consultar a través de internet. Superamos los 10.000 títulos en España y los 4.000 en América, cifras que indican que hubo un consumo masivo de la misma. Y la ópera está en torno a 9.000 obras. Sirva este dato: en 1867 se ofrecieron 3.307 funciones de zarzuela sobre una población de 15 millones de habitantes, vamos que movía a bastante más público que lo hace hoy el fútbol. Y es que se veía en Madrid, en Barcelona, en Valencia, en Vitigudino y en Villafranca del Bierzo. A lo largo de un año se llegaron a representar más de 150 títulos. Y solamente en Barcelona, en 1920, hace más de cien años, se dieron cerca de 4.000 funciones”. Apabullante.
Las cifras las corrobora Ramón Sobrino, musicólogo, estrecho colaborador de Casares y conocedor a fondo del género: “Se trata de una gran noticia para todo que esperamos pueda llegar al final y sea aprobada por la Unesco. Esta sí es una apuesta de verdad por el género”, asegura, aunque lamenta que únicamente el Teatro de la Zarzuela, y la temporada de Oviedo, se dediquen al género: “Los programadores han de apostar por él, que se realice una colaboración institucionalizada con giras en diferentes teatros para que pueda verse y que el propio ministerio lo favorezca, como se hace en Francia o Alemania”. La renovación del público y la lejanía de los jóvenes de un género que ha estado y está sometido a estereotipos aún marcados, es otro asunto mollar. El Proyecto Zarza, ideado por Daniel Bianco, su actual director, ha resultado vital. Ambos, Sobrino y Casares, lo subrayan. “¿Por qué no se trata a la zarzuela como se hace con los musicales? Por puro desconocimiento, por pereza, dejadez, por falta de responsabilidad con nuestro patrimonio, que es un género español”, subraya Sobrino. Y prosigue: “La zarzuela es un contenedor de distintas expresiones donde cabe la zarzuela histórica, los temas mitológicos, nobiliarios, la revista, los asuntos políticos, el sainete, la revista… No es un género cerrado. Tenemos zarzuelas catalanas, vascas, valencianas y bastantes compuestas en Cuba, México o Venezuela. La riqueza es impresionante”.
Mayor implicación del Estado
Emilio Casares pone negro sobre blanco y destaca la labor que le correspondería realizar al Ministerio de Cultura: “Existe un importante descuido institucional que es necesario enmendar. No se puede entender que en Sevilla exista un teatro como el Maestranza y que el Estado no exija que se programe en él zarzuela. Se tiene que tomar en serio el repertorio español. Y esto ocurre en todos los coliseos españoles, donde el Estado pone un pastón y en los que no se atiende al género. Si acaso una función. Y eso no se puede tolerar. Al Estado corresponde atender nuestro patrimonio musical, que posee una extraordinaria riqueza. La hispanidad la definen la lengua y la zarzuela”. ¿Cuántas zarzuelas hay de repertorio? “No más de 50, aunque contamos con unas 300 que son de primerísima calidad. Y que están ahí esperando”, confiesa. Nunca ha visto sobre un escenario Las Leandras -“¡y tengo 80 años!”, exclama- y cuenta que el año de su estreno se vieron 882 funciones, que se dice pronto. Se lamenta de que en Valencia, tierra y cuna de grandes compositores como Chapí y Serrano, entre otros, no se represente zarzuela: “Es una sinrazón, errores que pueden empezar a enmendarse desde ahora”. La zarzuela es una casa, en palabras de Casares, “muy hermosa”, que estimula la sensibilidad y que vive un buen momento”. Y recuerda el profesor lo que le impresionó a Nietzsche La Gran Vía cuando vio su estreno en Turín.
El Lamparilla que soñó Barbieri
Borja Quizá, el Lamparilla de referencia de El barberillo de Lavapiés, ha volado a Chicago para ofrecer un concierto benéfico. Y en él cantará zarzuela. Se le nota muy contento porque “después de años se empieza a ver la luz al final del camino”. El director Miquel Ortega, que le acaba de dirigir en un Barberillo en Madrid (Los Veranos de la Villa), ha sido uno de los impulsores del tema. Y ALE, sindicato de artistas líricos, otra de las asociaciones clave que promovieron sin descanso la declaración. Piensa también que “habría que incluir la zarzuela en las temporadas de ópera del resto de los teatros de España y de Europa: “¿Por qué no una zarzuela en la Ópera de Zúrich o en Viena? Se ha de conseguir que su presencia no sea algo anecdótico sino habitual. Y hacerla como si fuera una ópera, en serio y con todos los medios, con los mejores, como se hace en el Teatro de la Zarzuela. Es un género que tiene una comunión inmediata con el público”, señala.
Él empezó al tiempo con ópera y zarzuela, aunque fue con esta, en 2009, con la que cosechó un enorme éxito, con La viejecita, de Fernández Caballero, “que fue mi primer éxito grande”; aunque el personaje de Barbieri le ha proporcionado enormes satisfacciones, tantas que quienes le han visto en la producción de Alfredo Sanzol, que ya es un clásico, apuntan a que el compositor debió soñar con él cuando escribió la música, pues “hay que ser bueno cantando, como actor y con el texto hablado”. Quiza está encantado con poder cantar zarzuela (le esperan en los próximos meses una Verbena de la Paloma, La Gran vía, Adiós a la bohemia, el Barberillo y Pan y Toros): “El éxito que he tenido con el público y la conexión que experimento con la zarzuela no la he tenido con la ópera”, desvela. Gema Pajares
Indicar al Sr. Casares que en Valencia, aunque poco, sí se representa zarzuela. El Ateneu Musical Schola Cantorum de La Vall d’Uixó ha representado desde 1956 más de 30 obras, desde Luisa Fernanda hasta las menos conocidas como La nieta de su abuelo. Sin ir más lejos en los últimos 25 años 110 actuaciones, tal cual fueron concebidas con escena y música, de 18 títulos diferentes que para una compañía amateur, aunque siempre con un alto nivel de exigencia, no está mal. El cuadro artístico del AMSC, Coro, Orquesta y Banda Simfònica siguen empeñados en la puesta en valor y divulgación del patrimonio que la zarzuela representa. Salud, dinero y bellotas.