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ALIENTO TRÁGICO
Por Publicado el: 23/07/2009Categorías: Crítica

VOCES VIGOROSAS

VOCES VIGOROSAS

Puccini: fragmentos de “Tosca” y “Manon Lescaut”. Martina Serafin, soprano; Marcello Giordani, tenor. Orquesta Sinfónica de Madrid. Directora: Keri-Lynn Wilson. Ciclo Grandes voces. Teatro Real, Madrid. 21-7-2009.

Cuando se escuchan voces timbradas, consistentes, bien esmaltadas, potentes y vigorosas, el público puede llegar a enfervorizarse contagiado por lo que es, después de todo, un fenómeno natural, que llega primero a los sentidos y luego al intelecto y que deja por tanto en un segundo plano las posibles limitaciones técnicas o las deficiencias puramente artísticas. Serafin, nacida en Viena, no muy conocida todavía en España, bordea la cuarentena y posee un timbre, de lírica robusta, bien coloreado, de rico espectro, no exento de morbidez y un caudal de suficiente amplitud. Salvando distancias, se sitúa en la estela de una Tebaldi, aunque con menor brillo y más pálidos reflejos. Brindó una Tosca no exenta de matices y carnalidad y una Manon elegante en “In quelle trine morbide”, bien que un tanto apurada en las zonas más agudas, en donde la voz pierde pulimento, exacta afinación y redondez.
Marcello Giordani, venido al mundo en Catania en 1963, fue aconsejado cuando era un prometedor lírico-ligero por Bergonzi. Ahora es un lírico pleno más penumbroso dotado de unos agudos demoledores y potentes, colocados en todo lo alto. Sus si naturales de “Tosca”, “Manon” y “Turandot” (“Nessun dorma” como bis) fueron excepcionales por la direccionalidad y el fulgor. Lástima que la primera octava sea más bien deslucida y los graves casi no existan, cuando no aparecen afeados por leves flemas. Fue de agradecer su intento de cantar en tenue media voz, suficientemente apoyada, el “Adiós a la vida”. Los dos regalaron el dúo final de “Andrea Chénier” de Giordano, a tono.
La joven directora americana Wilson, de gesto muy deportivo, consiguió una relativa cuadratura pese a los abundantes calderones y frases hasta cierto punto arbitrarias de las voces, aunque su sonoridad orquestal fue más bien gris y rumorosa y escasamente refinada.

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