Vuelve al Teatro Real Luisa Miller con Conlon y Nucci
Vuelve al Teatro Real Luisa Miller, de Giuseppe Verdi, con dirección musical de James Conlon
EMOCIONANTE ENCRUCIJADA
Se ofrecerán 2 únicas funciones en versión de concierto los días 23 y 26 de abril a las 20 horas.
El director estadounidense James Conlon vuelve al Real, después del éxito obtenido con sus interpretaciones de I vespri siciliani, también de Verdi, en la temporada 2013-2014.
Leo Nucci interpretará en el Real su tercer papel de padre en una ópera de Verdi, después de La traviata yRigoletto.
Madrid, 21 de abril de 2016 — Luisa Miller, de Giuseppe Verdi (1813-1901), volverá al Teatro Real en dos únicas funciones en versión de concierto los días 23 y 26 de abril a las 20 horas, bajo la experta batuta de James Conlon, y con un trío protagonista que une al veterano barítono Leo Nucci con dos jóvenes cantantes que debutarán en Madrid: la soprano Lana Kos, en el papel titular, y el tenor Vincenzo Costanzo, como Rodolfo. Estarán secundados por los bajos Dmitry Belosselskiy y John Relyea, de poderosas voces, y las mezzosopranos españolas María José Montiel y Marina Rodríguez-Cusí. Junto a ellos actuarán el Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real, que estos días alternan las funciones de Verdi con las de Parsifal, de Wagner.
Pese al éxito que obtuvo el estreno de Luisa Miller en el Teatro San Carlo de Nápoles en 1849 y a las numerosas representaciones que tuvieron lugar en el período inmediatamente posterior, esta ópera de Verdi, la 14ª de su catálogo, fue abandonando paulatinamente los escenarios, siendo postergada por otros títulos más populares del compositor. Este injusto olvido se debe, quizás, a las características del libreto y de su infravalorada partitura, y también al lugar que ocupa dentro de la producción operística verdiana: es una obra de transición entre el primer y el segundo período estilístico del compositor y, sobre todo, la suceden, en los cuatro años siguientes, la célebre trilogía verdiana: Rigoletto (1851), Il trovatore (1853) y La traviata (1853).
Con Luisa Miller Giuseppe Verdi se sitúa en una encrucijada entre la utilización de los convencionalismos estructurales, estilísticos y argumentales que imperaban en la pujante creación operística italiana a mediados del siglo XIX, y la búsqueda y exploración de nuevos caminos que florecerían en obras posteriores, y que asoman sobre todo en el magnífico tercer acto de la partitura.
Luisa Miller es la tercera ópera de Verdi basada en obras de Friedrich von Schiller (1759-1805), después de Giovanna d’Arco e I Masnadieri. Más tarde, el compositor retornaría a su admirado escritor con Don Carlo. El libreto, de Salvadore Cammarano (1801-1852) —quizás el más prestigioso y cotizado libretista de entonces, que trabajó con Verdi en cuatro óperas—, privilegia el drama amoroso y social de los personajes en detrimento del ardor revolucionario y político que engarza la obra literaria original, Kabale und Liebe (Intriga y amor), apostillada por el autor como “tragedia burguesa”. Con esta acotación, Schiller traslada el arquetipo y savia de la tragedia clásica —cuyo sufrimiento e injusticias inspiran compasión o espanto— a un contexto contemporáneo más cercano, donde perviven las luchas de poder y de clases, y la contraposición de los sentimientos más sublimes y los más desdeñables.
Escrita en el período de efervescencia de los movimientos revolucionarios que agitaron Europa en 1848, el libreto sortea con agilidad los imperativos de la fuerte censura de entonces, pero mantiene la esencia del drama: cómo la prepotencia de los poderosos y la arbitrariedad de su conducta determina el destino de los más débiles, cuyo único y último refugio de libertad individual es la muerte voluntaria.
Si en las óperas de Verdi la figura del padre, con su pugna interior entre afecto y deber, entre honor y amor, ocupa un papel importante —reforzado, en muchos casos, por la ausencia de la madre— en Luisa Miller hay dos padres que encarnan el conflicto de poder de la trama y también la dicotomía entre los valores conservadores de la nobleza y el ansia de libre pensamiento que reivindicaba la creciente burguesía: Miller, el padre de la protagonista, viejo soldado retirado, aboga por la libre elección del cónyugue para su hija, basada en el amor, mientras que el conde de Walter y su insidioso secuaz Wurm, anteponen el poder y el linaje a cualquier otro valor, sentimiento o incluso a la vida.
Desde el punto de vista compositivo y dramatúrgico Luisa Miller materializa también, aunque de manera latente, la lucha entre la subordinación de la música a la estructura de la ópera seria italiana en boga a mediados del siglo XIX y la necesidad de transcender, desde dentro, las limitaciones formales de la sucesión de arias, cabalettas o dúos, privilegiando la expresión de sentimientos más personalizados, íntimos y hondos, y la construcción de personajes más complejos.
Para eso la orquesta crece en autonomía, riqueza armónica y en capacidad descriptiva y evocadora, como refleja ya la obertura de Luisa Miller, que anticipa los hallazgos del tercer acto, donde se adivina el Verdi genial de sus óperas futuras.
Con Luisa Miller regresará al Teatro Real el gran Leo Nucci, que el pasado diciembre obtuvo un triunfo inolvidable en el Teatro Real, con bises en todas las funciones de Rigoletto que interpretó. A sus 74 años, el barítono italiano volverá a encarnar en el escenario del Real a uno de los angustiados padres verdianos: después de su inolvidable Giorgio Germont, padre de Alfredo en La traviata (2015), y de sus entregadas interpretaciones del desolado padre de Gilda en Rigoletto (2009 y 2015), Nucci será ahora el bondadoso padre de Luisa Miller, que tendrá que vivir una vez más la muerte de su hija, víctima ingenua de luchas políticas, clasistas y personales ajenas a su sentimientos.
Después de la versión escenificada de Luisa Miller en 2005 (Jesús López-Cobos/Francesca Zambello), esta ópera vuelve ahora sin el apoyo de la escena, lo que permitirá al espectador concentrarse en la riqueza musical y dramatúrgica de la partitura, como explica James Conlon en la Revista del Real: “Me encantan las versiones en concierto, y de hecho creo que a menudo transmiten los valores dramáticos esenciales incluso mejor que las producciones escenificadas. No olvidemos que el primer dramaturgo es el compositor. El genio musical y dramático de Verdi es impresionante. Las versiones en concierto permiten al público sentir el impacto del drama musical de una manera muy especial.”
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