Die Walküre en Dresde: magnífico Christian Thielemann
Die Walküre en Dresde: magnífico Christian Thielemann
Die Walküre (R. Wagner). Semperoper de Dresde. 30 enero 2018.
Hoy hemos asistido a una magnífica Valquiria en términos estrictamente musicales. El reparto vocal ha sido bueno, con algún lunar y algún artista muy destacado. Nuevamente, hemos tenido que aguantar la producción de las butacas.
Estuve en Dresde la última vez que dirigió Christian Thielemann Die Walküre, lo que tuvo lugar en febrero de 2016, y entonces no salí entusiasmado con su dirección, a la que faltó algo en el primer acto. En esta ocasión las cosas han ido mejor, o al menos así me ha parecido. El primer acto, ya desde su arranque, fue magnífico, aunque la emoción pudo faltar algo en el dúo de los gemelos. Los dos últimos actos fueron espectaculares. Especialmente, señalaría el emocionante Anuncio de la Muerte de Siegmund y el dúo de Wotan y Brünnhilde en el tercer acto, con un Fuego Mágico espectacular musicalmente. Christian Thielemann ha ofrecido una dirección de las que justifican cualquier viaje que se pueda hacer por verle. No cabe duda de que es un grande la dirección, de los que se hablará cuando hayan pasado muchos años. Sobre lo que no tengo palabras adecuadas es para calificar la prestación de la Staatskapelle Dresden. A las órdenes de Thielemann lo que salía del foso de la Semperoper era un sonido espectacular, de los que uno se no se olvida fácilmente. Si magnífica fue la Valquiria de Kirill Petrenko hace unos días en Munich, la de Thielemann no se queda ni un milímetro por detrás.
El reparto vocal ofrecía nombres de importancia y algunas sorpresas. En conjunto, la cosa ha funcionado bien, aunque ha habido algún fallo y alguna sorpresa muy agradable.
Brünnhilde ha sido interpretada por Petra Lang. Bueno será recordar que en febrero de 2016 la hija de Wotan la interpretó Nina Stemme, mientras que Petra Lang cantó la parte de Sieglinde. Muchas veces he dicho que no se es soprano por tener determinadas
notas y eso es lo que ocurre con esta cantante alemana. Tiene las notas, pero las más altas están un tanto destempladas, lo que se hizo notar en los Hojotojos iniciales. Por otro lado, a su timbre se le echa en falta una mayor belleza, lo que no importa en personajes malvados, como puede ser la Ortrud de Lohengrin, pero aquí se echa en falta otro tipo de voz. Desde luego no es mi Brünnhilde de elección.
Volvía a ser Wotan Vitalij Kowaljow, que había ofrecido una buena actuación el día anterior en Das Rheingold. Ayer escribía sobre su actuación diciendo que me había gustado, aunque no fuera un Wotan excepcional. Pues bien, hoy tengo que desdecirme. Su Wotan en esta ocasión ha sido espectacular de principio a fin, uno de los mejores – si no el mejor en absoluto – que puede escucharse hoy en día. Ha sido una gran sorpresa, ya que no le había visto en este personaje desde el año 2010. Pocas veces puede uno escuchar un Adiós a Brünnhilde como el que nos ha ofrecido el ucraniano. Ese canto a media voz, con pianísimos incluidos, está al alcance de muy pocos y él lo ha hecho de maravilla. Que yo recuerde no había tenido ocasión de escuchar un Wotan de estas características desde que disfruté hace unos 25 años con James Morris en el Metropolitan y más recientemente con Bryn Terfel en Munich hace 5 años. Una sorpresa muy agradable.
La soprano rusa Elena Pankratova fue una convincente Sieglinde, con voz amplia y de calidad, a la que se le pueden poner pocas pegas vocalmente. Como intérprete escénica se puede mejorar. Si no me equivoco, era su debut en el personaje. Tengo la impresión de que podíamos haber ganado, si ella hubiera sido Brünnhilde, ya que tiene voz suficiente para el personaje.
Una vez más fue Siegmund Peter Seiffert, uno de los tenores más sólidos en este repertorio durante muchos años. Sigue manteniendo su timbre atractivo y su buena línea de canto y únicamente se nota una inestabilidad en su emisión por la parte de arriba, especialmente en el primer acto de la ópera, moderándose en el segundo. Sus Wälse, wälse fueron interminables, si es que han terminado ya…
Buena también la actuación de Christa Mayer como Fricka. Sus actuaciones son siempre una garantía de bien hacer y no ha sido ésta la excepción.
También lo hizo bien Georg Zeppenfeld como Hunding, mejor que el día anterior como Fasolt.
Las ocho valquirias eran un grupo sólido, con el único borrón de la voz de Christiane Kohl como Helmwige. Es sabido que es ella quien tiene que irse al DO al principio de la Cabalgada y siempre se busca una soprano fácil por arriba. Ella no tiene dificultades pero su voz resulta ahí muy ligera y de poco atractivo. El resto de sus hermanas eran Johanna Winkel (Gerhilde), Brit-Tone Müllertz (Ortlinde), Irmgard Vilsmaier (Waltraute), Julia Rutigliano (Siegrune), Simone Schröder (Rossweisse), Sabrina Kögel (Grimgerde) y Katharina Magiera (Schwerleite). En general, mejor las mezzos que las sopranos.
La producción escénica volvía a ser la bien conocida de Willy Decker. Uno entiende y acepta (aunque cada vez resulta más aburrido) la idea de una representación de teatro dentro del teatro, pero en este caso resulta una auténtica pesadez. La idea de que Wotan ha organizado toda esta representación y que él mismo es el director de escena, moviendo los personajes según sus deseos, no está mal traída, pero resulta pesada y aburrida en su desarrollo.
En el Acto I se nos presenta un patio de butacas y al fondo la sala de la morada de Hunding, con unos paneles desnudos de madera y una columna representando al fresno. El único elemento decorativo es una fotografía en la pared con la boda de Hunding y Sieglinde. Al entrar la primavera, se levanta el panel del fondo y ¿qué creen que aparece? Pues ni más ni menos que más butacas, quedando la escena reducida a una simple pasarela. En la primera escena del Acto II volvemos a la pasarela con sus dos grupos de butacas delante y detrás, ocupando la escena maquetas y estatuas. El cambio de decorado para la escena segunda se hace simplemente corriendo una cortina negra, de modo que la escena entre los dos hermanos-amantes que huyen se desarrolla de nuevo en las butacas. El enfrentamiento con Hunding tiene lugar fuera del escenario y la muerte de Siegmund y Hunding en la pasarela. En el Acto III ya no hay pasarela ni escenario, sino que todo es butacas, por donde corretean las Walkyrias. Al final sale al fondo algo que quiere ser una roca y consigue el Fuego Mágico poniendo las butacas más rojas. Creo que se entenderá fácilmente que la obsesión por las butacas es mucho mayor que la de Alberich o Wotan por el Anillo. Yo insisto una vez más en que las producciones son de dos clases: buena y malas. Ésta en particular corresponde sin la menor duda a la segunda categoría.
La Semperoper estaba a rebosar y el público tributó una entusiasta recepción a los artistas, especialmente a Christian Thielemann y a Vitalij Kowaljow.
La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 4 horas y 47 minutos, incluyendo dos intermedios. Duración musical de 3 horas y 36 minutos. Es decir, 5 minutos más rápida que en febrero de 2016. Nueve minutos de aplausos, que son más de lo que parecen, ya que aquí en los saludos finales no estaban más que Wotan, Brünnhilde y Sieglinde.
El precio de la localidad más cara era de 150 euros (palco central), costando la butaca de platea entre 99 y 124 euros. La localidad más barata con visibilidad costaba 36 euros. José M. Irurzun
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