Wolfgang Sawallisch, director a la antigua usanza
Malas noticias para Wagner. Malas noticias para Richard Strauss. Ha muerto Wolfgang Sawallisch, mediador privilegiado de ambos compositores y referencia absoluta de la música tardoromántica, aunque unas y otras acotaciones restringen en exceso la trayectoria de un director de orquesta a la antigua usanza que además fue un pianista sensible y un sumo sacerdote del gran repertorio sinfónico occidental.
Es la muerte de un maestro. Y es la muerte de una generación, pues Sawallisch, nacido en 1923 en Múnich, fue prácticamente coetáneo de Bernstein e hizo carrera a la orilla de los grandes directores del siglo XX. Nunca alcanzó la popularidad de Karajan o de Celibidahce, pero remedió una misión de envergadura con la modestia delKapellmeister. Literalmente significa «maestro de capilla», pero simbólicamente alude a la estirpe de los directores de perfil bajo que sirvieron a la música, que mantuvieron relaciones prolongadas con sus músicos y que eludieron las tentaciones mercadotécnicas, aunque Sawallisch responde al mismo tiempo de una ejecutoria discográfica muy interesante y de un currículum profesional imponente. Tanto en Europa, desempeñando el cargo de director de la Sinfónica de Viena (1960-1970) y de la Ópera de Baviera (1971-1992), como en EEUU, pues la orquesta de Filadelfia se avino a reclutarlo durante una década (1993-2003) para rebuscar el sonido centroeuropeo que inculcó Eugene Ormandy en sus 44 años de maridaje.
No entraba en sus planes la oferta norteamericana. Hasta el extremo de que Sawallisch parecía haber meditado y emprendido una retirada. No volvió a dirigir una ópera desde que cumplió 70 años en 1993, pero la llamada de Filadelfia cuestionó la idea de la jubilación porque implicaba un cambio cultural, un cambio de continente, un cambio de lengua, de modelo de gestión, de relación con el público.
Las garantías que ofrecía Sawallisch concernían a su autoridad en el gran repertorio sinfónico. Téngase en cuenta, por ejemplo, la integral de Beethoven que llevó al disco con el Concertgebouw de Amsterdam y valórense a título retrospectivo sus aportaciones profundas a la música de Schumann, de Brahms o de Bruckner.
Había conocido a unos y otros compositores de la mano de Furtwängler y de Klemperer, entre otras razones porque Sawallisch despuntó en las ruinas de la posguerra alemana e hizo de la música una vocación que se prolongó profesionalmente hasta 2006. Viene a cuento citar el año porque fue entonces, concretamente en agosto, cuando el director germano confesó al Philadelphia Inquirer la decisión de su retirada de los escenarios. Aludía a los problemas de salud, a la tensión baja, y puede que también al desengaño de un mundo musical que no era precisamente el suyo.
Empezó su carrera en 1947 en la modesta ópera de Augsburg, pero tuvo la suerte de trabajar de asistente con Markevitch en Salzburgo y el acierto de aceptar con 34 años la responsabilidad de un Tristán eIsolda en el Festival de Bayreuth.
Fue su lanzamiento como especialista wagneriano -hizo un memorable Anillo en la Ópera de Baviera- y su pasaporte como maestro de ópera, especialmente reputado y acreditado cada vez que tenía entre manos el repertorio de Richard Strauss.
Sirva como prueba imperecedera sus grabaciones de La mujer sin sombra y de Capricho, aunque el catálogo discográfico de Sawallisch ha resistido al arbitrio de las modas con referencias tan interesantes como su integral sinfónica de Schubert y como exquisito acompañante al piano de Fischer-Dieskau y Elisabeth Schwarkopf en las obras maestras del Lied, la canción lírica propia de Alemania. Ruben Amón
El Mundo 26/03/2013
Wolfgang Sawallisch, director de orquesta, nació en Múnich el 26 de agosto de 1923 y falleció en Grassau (Alemania) el 22 de febrero de 2013.
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