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Por Publicado el: 23/09/2024Categorías: En vivo

Critica: Éxito y fracaso en el Festival ENSEMS

Éxito y fracaso

PALAU DE LA MÚSICA. 46 Festival ENSEMS. Obras de Rodrigo, Colomina, Miyoshi y Schönberg. Orquestra de València. Director: Baldur Brönnimann (director). ­Lu­gar: Palau de la Música (Sala Iturbi). Entrada: Alrededor de 350 personas. Fecha: Viernes, 20 septiembre 2024.

Baldur Brönnimann

Apenas 350 personas acudieron el viernes al Palau de la Música para asistir al programa que la Orquestra de València ha ofrecido dentro de la programación del 46 Festival Ensems. Era desolador ver tan vacía tan vacía la espaciosa Sala Iturbi. El panorama resultaba aún más lamentable ante el inmenso dispositivo orquestal que había sobre el escenario, con una OV agigantada para afrontar un programa que es un reto de primer orden para cualquier orquesta. En el mismo, además del estreno absoluto de The Styx, del valenciano Óscar Colomina, se incluían las en todos los sentidos tremendas Variaciones para orquesta de Schönberg, la espacial A la busca del más allá, de Rodrigo, y Création sonore, del japonés Akira Miyoshi.

El fracaso incontestable en la gestión de este concierto se hacía aún más patente y latente ante el éxito de sus intérpretes y el reto que afrontaban. La Orquesta de València, salvo excepciones contadas (¡esos contrabajos en Schönberg!), salió bien airosa ante este programa cargado de mérito y dificultades de todo tipo. No solo por las ásperas Variaciones de Schönberg -obra difícil de escuchar, pero más aún de interpretar-, sino también por el reto que supone dar a conocer una obra inédita con la sustancia sinfónica y expresiva que vuelca Óscar Colomina (1977) en su inédita The Styk,  once precisos minutos en los que el compositor valenciano revalida su condición de nombre grande de la música española. Un pieza que, como escribe Álvaro Guibert en sus notas, explora y se ubica en “el allende”, en la mitológica laguna Estigia, “la que separa el allá y el acá”, el punto crítico entre la vida y la muerte; el tiempo en que se dilucida, según la mitología, el futuro eterno. Infierno y paraíso.

Colomina cuida y explaya sus características y finas texturas sonoras en una escritura cargada de sentido e insinuación; que invita y sumerge al espectador en ese tiempo sin espacio, en tierra de nadie. Una exploración que, finalmente, más allá de su significado dramático o descriptivo, conmueve por su puro sentido musical. “Paisajes extraños e incorpóreos”, sí, como escribe Guibert, pero, sobre todo, una escritura musical sugestiva de sonoridades, desarrollos y armonías fascinantes por sí mismas, en la que la melodía mantiene sentido y expresión, y apunta a lo más hondo de la sensibilidad. Por supuesto, y como el propio Colomina dijo en un coloquio previo al concierto, The Styk está marcada por las vicisitudes personales de él mismo. Colomina habla bajo, con temple y precisión. Todo se siente y presiente Sin estridencias, con persuasión fascinante. Así es la precisa y al mismo tiempo fluida escritura de esta nueva página maestra de la música española, cuya escritura única e inconfundible delata la condición universal de un músico que siempre ha mirado e ido “más allá”.

Más allá, pero de un modo más sideral y específico, mira el invidente Joaquín Rodrigo en A la busca del más allá, la obra menos “rodriguera” del catálogo del compositor saguntino, del que ahora se conmemora el 25 aniversario de su muerte. Una especie de poema sinfónico nacido en Houston, baja la fascinación que los astronautas y los viajes espaciales ejercen sobre Rodrigo, quien precisamente dedica la partitura a “los astronautas de la NASA”. La Orquestra de València ha defendido esta obra singular desde sus comienzos, e incluso la llevó al disco en 1996, bajo la dirección de Manuel Galduf.

En esta ocasión, la ha dirigido el suizo Baldur Brönnimann (1968), quien se mostró durante todo el concierto maestro ideal para un particular programa “contemporáneo” de estas características. Logró estupenda respuesta en esta tercera visita al podio de una orquestra que se siente cómoda y gustosa bajo su gobierno, más en un repertorio tan adecuado a las características y trayectoria del maestros helvético. Por cierto, hora es ya de que dejen de considerarse “contemporáneas” músicas del siglo pasado. Programar Rodrigo o Schönberg (nacido en el siglo XIX) en pleno siglo XXI, en un festival que se proclama de “música contemporánea”, es dislate equiparable al de incluir músicas  de Chopin o Brahms en un festival barroco. ¡Háganselo mirar! También la gestión nefasta de Ensems, cuyas deficiencias parecen consustanciales al mismo. Por cierto, en los corrillos del concierto, se hablaba más del cese fulminante de Joan Cerveró -el brevísimo director adjunto de Música y Cultura Popular Valenciana de la Conselleria de Cultura-, que de música. El ya ex responsable de Ensems no escabulló su presencia y asistió con la cabeza bien alta a la segunda parte del programa. ¡Con dos pares! Justo Romero.

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